En mi caso fue la de Jerez con ocasión de la tradicional comida anual de la empresa en dicha feria.
Y allí me encontraba yo, procedente de una de las pocas ciudades al sur de Despeñaperros que no celebran feria, lo que teniendo en cuenta que las ferias surgieron como mercados de ganado es bastante comprensible. Uno no es muy aficionado a las ferias, pero tampoco lo es a rechazar una buena oportunidad de pasarlo bien con amigos.
Y allí habían caras conocidas y vidas anónimas, tacones temblorosos y recios taconazos, éxitos de moda y músicas bastardas, volantes revoleaos y rebujitos a lo mojito... en fin, había una feria.
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