lunes, 30 de noviembre de 2009

y como decía ayer...

siempre quise empezar así un "algo". Esa expresión me encantó desde que supe la historia, la de aquel al que se le impidió ejercer de profesor durante mucho tiempo y comenzó el primer día del resto de su carrera diciendo esa frase, demostrando que estaba por encima de todos los que le impidieron continuar al día siguiente del último día de su vida anterior, antes de la prohibición...
Mis razones no son tan nobles o tan perversas... dependiendo de como lo mires y del cristal que uses para mirarlo, ese cristal que tan bien nos viene para ver las cosas como queremos verlas... Lo mío han sido por un lado los imponderables, es decir, el trabajo y demás, que absorbieron mi capacidad de imaginación, de creación, de concentración... y por otro lado el "imponderable", es decir, yo mismo.
Es curiosa mi relación con las responsabilidades. Soy un ser que trata de evitar cualquier responsabilidad, cualquier sensación de ser responsable de algo o alguien. Siempre me ha gustado la sensación de que no se espere nada de ti, de ser libre de hacer lo que quiera y me plazca en tiempo y lugar... y mis caminos siempre se dirigen a asumir más y más responsabilidad, a que más y más personas fijen en mí su mirada para ver cual es mi próximo paso, señal o acción.
Es una certeza de que los caminos de la vida son inexcrutables, o misteriosos, o puñeteros... escoge tú mismo lo que más te guste, que la vida hará lo que quiera, que para eso es totipotente y plenipotenciaria en sus acciones y cometidos.
Tú (yo) querrás (querré) o pretenderás (pretenderé) hacer de tu capa, o de la mía, un sayo, y decir que haces lo que quieres, que tú dispones de libre albedrío y plena capacidad y consciencia de hacer lo que quieras en cada momento y lugar... y un mojón!
He llegado a la conclusión con el tiempo que los demás ven en mí capacidad cuando yo veo suerte, o serendipia... que los demás ven en mí determinación, cuando yo veo inconsciencia... que mis silencios sean entendidos como sabios, cuando son una consecuencia de mi ignorancia... que mi vida sea vista como provechosa, cuando yo la veo incosistente... ¿es que solo veo en mí lo negativo cuando lo demás ven virtudes? ¿quién tiene razón? lo ignoro... es más, no sé si quiero saberlo...
Lo cierto es que desde hace un tiempo (unos años) me veo cual camarón al que arrastra la corriente y que, al nadar para salir de ella, se mete en una corriente más fuerte, y así sucesivamente... corriente tras corriente, temporal tras temporal...
Me veo a mí mismo imbuído en la corriente, en una tras otra, formando parte de ella en el instante en el que entro, y sin llegar a comprenderla de un modo completo antes de verme arrastrado por otra nueva, y más potente, corriente.
Son los acontecimientos los que me arrastran, los que me impiden el manejar las riendas de mi vida... o puede ser que sea yo el que se arroje a la corriente, el que le ceda a ellas los dominios sobre las direcciones que he de seguir... no lo sé.
El caso es que siempre huí de las etiquetas. No sé por qué razón. Todo el mundo quiere sentirse identificado con una etiqueta, por rara que sea, por peculiar que sea, y voy yo y huyo de las etiquetas, porque me siento obligado por ellas a seguir unas pautas, a cumplir unas condiciones.
Una de las etiquetas de las que huyo es la de bloguero.
Se supone que un bloguero es un ser informatizado que vierte su opinión y pensamientos en un espacio tal que éste, con el objetivo (confeso o inconfeso) de ser seguido y leído por otros seres similares, y cuantos más, mejor.
Este blog o contenedor de pensamientos empezó en la intimidad, en la más estricta intimidad, de mí conmigo mismo. Siendo yo mi lector, siendo arte y parte, estando en misa y repicando. Criticándome ferozmente en mi interior sobre las cosas que escribía, hasta que superó el bajo listón que me puse... y me abrí al mundo, dejé que el mundo accediese a estos pensamientos que antes guardaba en mi interior.
Abrí mi mente y mi corazón ante esas personas que buceaban en contenidos digitales y se detenían en los que les interesaban... y empecé a ser leído. Y había lectores conocidos, había lectores que se conocieron a través de las teclas, y había lectores que permanecían en el anonimato...
Y asumí la etiqueta, y me sentí orgulloso de tenerla, y me "profesionalicé", y empecé a agregar más cosas de las que simplemente eran mis pensamientos... y adquirí compromisos, ante mí y ante la Humanidad, de "cumplir" con unos plazos, de postear con una cierta frecuencia para satisfacer mis ansias de ser leído, y las ansias de mis lectores por leer... y era feliz y orgulloso de mi etiqueta, de mi porción de posteridad impresa en la nube.
No esa nube que sale de las chimeneas de la antigua tabacalera, que dibuja tiras de dibujos animados sobre la carretera cuando hay viento del norte, la nube de internet. Ese ser y no ser, esa demostración palpable del Principio de Indeterminación de Heisenberg. De estar y no estar... de tener tus pensamientos escritos, pero sin que tengan un alojamiento físico...
Y huí de la etiqueta cuando sentí que me superaba, que tenía normas y requisitos que cumplir, que perdía la frescura del hacer las cosas porque sí, porque te apetecen.
Algo que surgió a modo de válvula de escape de mis prisiones y presiones cotidianas pasó a ser otra prisión y presión, e hice lo que mis pocos grados de libertad me permitieron, lo que mi mente me exigió, y dejé de escribir... huyendo de mi etiqueta de bloguero... huyendo de mi etiqueta de yo mismo...
Y volvemos aquí, volvemos, como decía Francisco de la Torre...

Ésta es, Tirsis, la fuente do solía
contemplar tu beldad mi Filis bella;
este el prado gentil, Tirsis, donde ella
su hermosa frente de su flor ceñía

Aquí, Tirsis, la vi cuando salía
dando la luz de una y otra estrella;
allí, Tirsis, me vido; y tras aquella
haya se me escondió y ansí la vía.

En esta cueva deste monte amado
me dio la mano y me ciñó la frente
de verde hiedra y de violetas tiernas.

Al prado y haya y cueva y monte y fuente
y al cielo desparciendo olor-sagrado,
rindo de tanto bien gracias eternas.



Vuelvo por do solía... vuelvo por aquí... asumiendo con humildad que siempre fui lo que fui... y no lo que parecí o pretendí...