domingo, 16 de noviembre de 2008

Loco... loquito

o que le dió la ventolera, o por culpa del levante... en algún momento todos hemos hecho locuras, o estamos locos, o lo estaremos... por una u otra razón o causa.
¿Pero quien decide que lo que hacemos es una locura? ¿alguien que puede tener otra locura, distinta a la nuestra? ¿sería ese un diagnóstico válido?
Y la locura... ¿es un estado transitorio o bien es una forma de ser? dejemos a un lado las patologías radicalmente extremas de gente que es peligrosa para los demás.
Pero razonemos un momento... si alguien tiene actitudes fuera de lo habitual en su vida, pero es pobre, diríamos que está como una cabra, despectivamente. Pero si resulta que es alguien famoso, un artista o similar... diríamos que es un excéntrico. Cosa que me recuerda al tema de los inmigrantes... si viene sin un duro y a buscarse la vida... es un ilegal o se le mira por encima del hombro, pero si viene con pasta a raudales para gastar... es un bienvenido turista. Obviamente hay toda una graduación entre extremos, pero ese es tema para otro día...
¿Y qué es ser excéntrico? Si buscamos la raiz de la palabra es estar simplemente fuera del centro.
¿Y quien marca ese centro? Siempre habrá quien se vea con suficiente entidad para opinar que su forma de ser o actuar es la correcta... ser el centro del equilibrio universal.
Pero yo desconfío de esos centros, lo que para una persona puede ser perfectamente normal, para otra, no menos equilibrada que la anterior, puede ser una locura.
Desconfío de las verdades inmutables, puede ser una reacción a mis dudas infinitas, a mi equilibrio inestable, a mis locuras auto-consentidas.
Hay veces que pienso que lo que he hecho es una locura... y también a veces pienso que por qué lo que he hecho es una locura... y, a veces, no pienso... directamente...



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