domingo, 26 de octubre de 2008

el correr del tiempo

Uno de los primeros conceptos que aprendes cuando estudias física es que el tiempo no tiene "marcha atrás". Es decir, no puedes volver a vivir lo que viviste. Parafraseando el dicho: las vivencias, vivencias son... no las vas a poder revivir.
Pero claro, eso es lo que dice la física, que no tiene porqué coincidir con las experiencias vividas o, mejor dicho, revividas.

Un claro ejemplo de esto me sucedió ayer. Ayer era sábado, día en el que coincidieron dos "sucedidos", uno habitual de todos los sábados,y otro de carácter extraordinario. El ordinario es salir con mis amigos... y llegar relativamente tarde a casa (me oye alguien de la generación posterior a la mía y flipa que yo considere esas horas tarde...).

El suceso extraordinario era que coincidía con el cambio de hora del horario de verano al de invierno, que consiste en que a las 3 de la madrugada se vuelve a las 2... Es decir, retrocedes en el tiempo. Los minutos trascurridos entre las 2 y las 3 de la madrugada los vives dos veces... ¿imposible físicamente? definitivamente si, ¿entonces? entonces nos inventamos la metafísica, y decimos que vale, que si, que se puede... Se puede porque yo lo vi, el ordenador hizo la corrección automática, y él fue el Maestro del Tiempo, el que decidió cuando debía empezar mi viaje al pasado.

Esto del cambio de hora lo considero la muestra más patente y palpable de la estulticia del ser humano. Desde siempre queremos modificar las condiciones ambientales a nuestro antojo. Si un río va por un determinado lugar y no nos conviene... lo cambiamos de sitio. Si hay un bosque y quiero cultivos... a tomar por saco el bosque. Si no hay una playa, pero quiero una... rellenamos la zona con arena... Si amanece más temprano... movemos el horario para que "gastemos menos energía" MENTIRA!!! Si te la ahorras por la mañana porque amanece antes, la gastarás por la tarde porque anochece antes. Tan de cajón como eso, pero claro, somos el culmen de la evolución, y tenemos derecho a hacer y deshacer a nuestro antojo. Si pudiésemos tendríamos una temperatura de 24 grados durante todo el año, para que no gastemos ni en calefacción ni en aire acondicionado. Las nubes desaparecerían porque hacen bajar la temperatura. Los días y noches tendrían que durar lo mismo para que nuestros relojes tuvieran una relación exacta entre hora-humana y hora-solar. Y todo porque, si no suceden todas esas cosas, la vida no estará ajustada, no será perfecta... ¿no será que los imperfectos somos nosotros y es una solemne estulticia dedicarnos a modificar las cosas a nuestro antojo en vez de amoldarnos a ellas?

En fin, ahí queda mi reflexión frente al orden establecido... (véase una muestra de sarcasmo...)

Volviendo al tema inicial, el correr del tiempo y la imposibilidad física de volver atrás, hay otra opción más sencilla y menos antinatural de volver atrás en el tiempo, y son los recuerdos.

Me he dado cuenta que, cuanto mayores somos los humanos, más, y más atrás, recordamos del tiempo pasado. Nos recreamos en las series que vimos, los juegos a los que jugamos, las experiencias pasadas en nuestra niñez... Cuanto mayor es la edad, ya aumenta el tiempo dedicado al recuerdo de lo pasado... quizás previendo lo escaso del tiempo por recorrer. Esos recuerdos sirven de gimnasia mental, de prozac natural, de aliento ante lo que pueda venir...

El tiempo es algo tan etéreo como importante para nuestro devinir diario, aunque vayamos en contra de las leyes de la física...

El tiempo es algo a lo que recurrir cuando quieres escribir...

El tiempo es algo a lo que este gato no hace caso... feliz sin importarle sobre la imposibilidad física y posibilidad metafísica de volver atrás en él...


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