sábado, 14 de marzo de 2009

vámonos que nos vamos...

El vámonos que nos vamos forma parte de la quintaesencia gaditana. Es una expresión y una forma de hacer las cosas. Si bien la expresión es difícil de entender habitualmente para quien no sea de aquí, la forma de hacer las cosas también es propia.
Es el hacer las cosas de forma un tanto "informal", es decir, si hay que hacer las cosas, se hacen, pero no me estreses ni me pidas una asepsia germánica en su cumplimiento.
Ayer, dentro de la época de visitas a quirófano por la que he pasado, me toco ser parte sufridora en una de estas experiencias prácticamente inenarrables, aunque lo intentaremos...
El ir a quirófano, incluso por medio de un seguro privado como el que tengo, es una experiencia un tanto difusa.
Al principio (las primeras veces) te dicen fecha y hora (esto último siempre es aproximado), y las últimas veces solo te dicen fecha. La hora se supone que la sabes...
Lo que te puede ocurrir es que bien te toque un día en el que no hay nadie, como la penúltima vez, o bien te toca overbooking... como ayer.
Primero pasas por recepción donde te validan el volante que te ha dado la compañía del seguro, y ya ahí te dicen que el médico ha llamado por si estabas varias veces... tras lo cual miro la hora y todavía faltaban 15 minutos para el horario teórico de operación...
En fin, me dirijo a la zona de operaciones ambulatorias y... si... hoy también es día de vasectomías... hombres que han decidido dejar de tener la posibilidad de ser padres acompañados de familia (suele ser esposa y, habitualmente, familia de ella) o de amigos (uno, hombre). Suelen estar nerviosos (normal, es una operación quirúrgica aunque sencilla) y acaban entrando a la zona de quirófano con llaves y mechero, como le ocurrió a uno ayer...
Luego estamos los que no vamos a ese propósito, que solemos ser minoría. Ayer estaba una varicosa y yo.
Habitualmente se respeta un orden de llegada para entregar la documentación que te dan en recepción, cosa que no hizo la varicosa, que se me coló... en venganza divina me sorprendió la vista de su redondo culo cubierto por bragas malvas de mercadillo cuando me dirigieron a mí a quirófano, además de que tuvo que esperar casi hasta que se terminase mi intervención para irse porque le faltaba documentación...
Todo tiene un final, y mi espera para entrar a quirófano también... llegó una enfermera que no me sonaba (era la 4º vez que iba a quirófano en pocos meses, me suenan casi todas las caras de las enfermeras de la zona), pasó delante mía (yo estaba en el pasillo) y se dirigió a la salita de espera vociferando "¡¡¡QUISTE SEBÁCEO!!!".
Vamos a ver, estimada y oronda DUE, en el papel que le entregué a tu compañera venía mi nombre y apellido. Mi nombre es poco común, y de mi apellido apenas si hay 180 personas en toda España... un poco de por favor...
No me imagino a esa muchacha vociferando "¡¡¡FISURA ANAL!!!"... muy propio ello...
Luego viene el proceso de asepsia antes de entrar en quirófano. Consite en colocarte unos patucos sobre el calzado que lleves, una bata de esas verdes abiertas por la espalda (pillo un complejo de entrar en un psiquiátrico como paciente que no veas...) y un gorrito para la cabeza.
Como me tenían que operar de la cabeza le dije a la interfecta el tema y me dijo... ya, pero de aquí a allí... vamos, que tenía que ponerme el gorrito de marras sí o sí...
Cuando llegamos a quirófano me sorprendió la vista de las bragas malvas acopladas a la varicosa, y es que estaba en la entrada al quirófano en cuestión visiténdose, ya que no le había dado nada a la familia con la que iba, y a la que mandó a desayunar... y entró hasta allí con bolso inclusive... total, que me metieron dando un rodeo hasta el interior del quirófano.
Allí se encontraban las dos enfermeras habituales, ya que el cirujano estaba preparando una operación "gorda", y por tanto más interesante que la extracción de dos simples quistes sebáceos...
Entró para ver los quistes, ordenar que me afeitaran la zona (al menos esta vez me dolió menos que la anterior) y palpar los quistes.
Me cubrieron la cabeza con un paño que dejaba solo a la vista la zona a operar... y vámonos que nos vamos... pinchazo de aguja que se mueve bajo el cuero cabelludo para anestesiar la zona.
No es la primera vez, pero algo cambiaba en ésta... El médico no estaba, estaba preparando la otra operación, y me operaban entre las dos...
En esta ocasión la anestesia no fue suficiente, y "disfruté" todas las sensaciones de: cortar la piel, agarrar el quiste, recortar las uniones con la carne del mismo, tirar del quiste para conseguir cortar esas uniones y extraerlo y, finalmente el cosido de la cicatriz...
A todo esto varias cosas a reseñar. Yo tenía la cara cubierta por el paño, así que no me veían... y supongo que pensarían que no había nada debajo de ese paño, así que se usó mi cara varias veces para apoyar codos y brazos para hacer fuerza mientras me estiraban del quiste... ideal.
Y, lo mejor de todo, en un momento en que si estaba el médico, aunque no operándome, solo presente, sonó un teléfono móvil... el mío no, ya que estaba apagado y con mi padre en la sala de espera... era el de una de las enfermeras que me operaba... que tenía las manos ocupadas con mi cabeza
Era la madre de la interfecta, que quería hablar con la niña... el médico contestó al teléfono diciendo que "tenía los guantes puestos y no podía hablar", soslayando que esas manos, con esos guantes estaban pegando tirones de un quiste que estaba en mi cabeza... todo un panorama!!! sobretodo para mí...
Mientras charlaban, y rajaban, de una enfermera que pasaba de todo... que ahora tenía al paciente ya dormido sobre la camilla y que todavía no se había lavado... espero que fuesen las manos, y no el chichi...

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