miércoles, 7 de enero de 2009

el talibán interior

Estas pasadas fiestas han sido para mí de "encefalograma plano", mi cabeza no ha sido más que un órgano que se limitaba a los servicios mínimos necesarios para que el resto del cuerpo siguiese funcionando, mantener la boca cerrada y los esfínteres igual, para evitar pérdidas no deseadas de fluidos corporales mientras mis ojos se perdían en el monitor del ordenador o la tv. Viendo y no viendo, escuchando y no escuchando... pero algo se había quedado trabado entre dendrita y axón, en plena sinápsis neuronal.
No era la solución al hambre en el mundo, la del conflicto de Oriente Medio (por cierto que me acuerdo que redacté una noticia en egb sobre lo mismo... hay cosas que no cambian!!) o como sería la termodinámica del motor de agua... en absoluto, todas esas cosas son importantes, vitales para la humanidad, y exceden, en muy mucho, mis capacidades cerebrales, inclusive cuando funcionan a velocidad estándar (que no es ni mucha, ni poca... simplemente estándar)
Todo sucedió una tarde (siempre he querido poner esto, y mira tú por donde...) en la que leía una revista de fotografía. he de renovar pare de mi equipo fotográfico por avería (la fuerza de la gravedad, que tiene sus cosas... graves). Mi costumbre una vez adquirida la revista es echar un vistazo rápido a su contenido, por si algo me gusta más de lo que buscaba (la dichosa serendipia), luego leer el contenido que me interesa y, finalmente, acabar devorando el resto de artículos, noticias y anuncios (si, de las revistas de fotos me leo hasta los anuncios).
Hete aquí que me cabreé internamente leyendo un artículo. Bueno, no era un artículo en concreto, era una sucesión de ellos, y no era por el artículo en sí, era por la idea, por el concepto.
Un tema tonto, el concepto. Pero que en ese momento me indignó, y me hizo reflexionar sobre mi forma de ver las cosas.
El concepto, de nuevo, no era lo más importante, era mi concepción de los mismos, de mis actitudes ante ciertas cosas.
Quien me conoce sabe que es muy, pero que muy raro que me cabree (hace más de una década del último cabreo que recuerdo). Soy una persona tranquila y reposada, flexible ante otras opiniones que sean diferentes y con una cierta capacidad de empatía... pero me encontraba con ese cabreo ante una sucesión de artículos de una revista de fotografía... y planteándome a mí mismo esa paradoja.
Quizás sea que cuando me tocan la fibra sensible reacciono, con razón o sin ella, en contra de eso que me afecta. Y ahí toca la definición de talibán.
Considero la palabra talibán más allá de la idea de un tipo barbudo, harapiento, sucio e iletrado con cara de cabreo tras la barba tupida y el Corán.
Para mí el talibán es aquel que no se aviene a razones, que tieen un punto de vista irreductible e inflexible, cegado ante otras opiniones y conceptos... y me descubrí mi talibán interior...
Ese talibán tiene un determinado concepto de fotografía.
Cuando hace unos años empezó a gustarme la fotografía la veía como el concepto opuesto de la pintura. La pintura es el reflejo de lo que ve el espíritu del pintor, y la fotografía era lo contrario, capturar el espíritu del momento. Algo único, irrepetible e inmutable, que solo dependía de tu ojo y de la cámara... y de lo que podías hacer con ambos instrumentos.
En la pintura podías volver atrás y modificar lo realizado... tenías un esbozo de lo que obtendrías finalmente... justo al contrario de la fotografía. En la fotografía no podías esperar más que el haber capturado lo esperado... pero siempre con el misterio del resultado. Tú no eras el que lo controlaba.
Ahora me compro una revista de fotografía y me encuentro con varios, muchos, artículos de como modificar una fotografía con el pc... líbreme San Cleto de prohibir dichos programas... e incluso de mirar mal a quien los use... pero, particularmente, para mí eso no es fotografía.
La fotografía es lo que queda tras apretar el disparador de la cámara... y todo lo que hagas a partir de ahí.... es otra cosa. No lo llames fotografía, llámalo arte, llámalo como quieras... menos fotografía.
Esto parece, y será, una tontería supina de las que genera mi cerebro... pero creí ver más allá (más aún de mi propia sensación en ese momento, más allá de esa fotografía instantánea). Vi un concepto que tengo de moverte por la vida, por la asumción de responsabilidades y hechos.
Si haces una foto... la haces, y punto. Te saldrá mejor o peor, más bonita o menos, encuadrada o descuadrada, enfocada o desenfocada... pero ese momento es irrepetible, único. Si te pones a modificarlo dirás que es una foto de una linda muchacha (un poner). Pero si le has quitado las pecas, corregido las líneas de los labios, aclarado la mirada, eliminado los granitos, recortado las cejas, corregido el color... será al final linda... pero ¿quién es?
La vida tiene imperfecciones y, por mucho que las maquilles, están ahí... y es de lo mejor de la vida. Tienes que asumir que la vida es como es, no como tú quieres. Si te arriesgas sabes lo que haces, no vengas después con componendas, asume lo que hiciste, no lo maquilles. No puedes photoshopearte. Si eres gordo lo eres, si tienes canas las tienes, si tus orejas están separadas lo están, si tus ojos no son azules es que son de otro color, si tus labios no son carnosos es que son finos, si tu nariz aguileña es que no parece de colibrí... cada uno es como es, y si no te aceptas es que te creas tu visión idealizada de como deberías ser, conviertiéndose el tunearte a ti mismo en tu obsesión.
Si tu vida no es perfecta pues es que tiene fallos, y puedes proponerte el solucionarlos, pero no dejar que se conviertan en tu obsesión, en tunear tu vida. En decir a quien no te conoce que eres como no eres, que te tiraste haciendo puenting cuando tienes vértigo, que navegaste por mares tempestuosos cuando te da miedo la bañera, que conduces un descapotable cuando vas en utilitario... el convertirte en lo que no eres, en maquillar tu ser, en negarte a ti mismo...
Y, mientras pensaba esto, quité los ojos rojos que aparecían en una foto y recorté otra para mejorar el encuadre...
Y es que ya lo decían los Siniestro Total hace años... Ayatolah, no me toques la pirola



Y es que ya lo decía mi espejo deformado, el gran Groucho Marx: Éstos son mis principios, pero no se preocupe, si no le gustan, tengo otros...

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